VIDA DE CAPELLÁN

 

Si el capellán tiene un rostro joven es uno ingenuo,

si es pensativo es uno eterno insatisfecho.

Si es agradable y atractivo, "¿porqué no se casó?",

si es feo: "es que nadie no lo ha querido!.

Si entra en los bares y las discotecas es un bebedor,

si está en casa y no se mueve, es un asceta extraño.

Si pasa todo el día en la ciudad es un hombre de mundo,

si viste con sotana, un conservador.

Si habla con los ricos es un capitalista,

si está con los pobres un comunista.

Si está gordo, sólo vive para comer,

si es delgado, un avaro.

Si habla del Concilio es un capellán moderno,

si habla del Catecismo, es un "tridentino!".

Si el capellán hace una prédica larga es un aburrimiento;

si durante la homilía sube el tono de voz, uno chillón,

si habla normal, no se lo entiende de nada.

Si tiene un coche de última generación, es demasiado mundano,

si no tiene, ¡uf! Es que no está al día.

Si visita a sus feligreses, se mete demasiado

en sus cosas,

si no se mueve de la rectoría, no se ocupa nunca

de su gente.

Si hace un llamamiento a la colaboración económica,

sólo piensa en el dinero.

Si no organiza fiestas, la parroquia

está más que muerta.

Si entretiene a los que se están confesando con preguntas,

¡es un escándalo!

Si en el confesionario está poco tiempo y va rápido,

no los escucha lo suficiente.

Si empieza puntualmente la misa, su reloj

está demasiado adelantado,

si la empieza con retraso, hace perder el tiempo a todo el mundo.

Si restaura la iglesia es un despilfarrador.

Si es joven, no tiene experiencia,

si es viejo, ya es hora que se vaya a una residencia.

Y si se va, o se marcha de misiones o le llega el fin

de la vida:

Quién lo sustituirá ...?

¿Valoro lo suficiente a mi capellán?

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Hoja Parroquial Gerona, 2010