SENTIDOS Y SENSIBILIDAD

 

Desde hace muchos años que me sorprende que San Pablo pida a sus comunidades que tengan "los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo" (FI 2,5). Incluso, en un punto concreto, describe cuáles son estos sentimientos: de "compasión entrañable, bondad, humildad, dulzura, de paciencia” (Col 3,12).

Siempre me ha sorprendido que San Pablo no pida tener los mismos "pensamientos" que Jesús sino sus sentimientos". Quizás por el peligro de que el cristianismo se acabara convirtiendo más en una ideología (filosófica) que en el seguimiento vivo de una persona viva: Jesús. Y tiene razón San Pablo: son nuestros sentimientos los que pueden ir modelando y condicionando nuestros pensamientos. Así nunca podremos acabar siendo unos doctrinarios. La realidad que nos rodea y su percepción son las que nos pueden ir transformando a semejanza de Jesús.

Los sentimientos son lo que nos hacen sensibles a la realidad y en las personas. Y esto no es una debilidad humana sino que justamente, en Jesús, vemos que es nuestra grandeza. Los sentimientos nos hacen fuertes, hasta el punto que llorar puede ser mejor que endurecerse.

Para tener los mismos sentimientos que Jesús creo necesitamos tener antes su misma sensibilidad. Y la sensibilidad sólo se adquiere a través de los cinco sentidos. Los cristianos hoy en día tenemos que tener los sentidos muy afinados. No nos cansaremos de pedir en nuestra oración saber mirar como Jesús miraba, escuchar como él, hablar como él, saborear como él y tocar como él.

 


Francesc Romeu, cura de Barcelona y periodista, en "La Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 25/11/18.