MIRAR COMO JESÚS

 

Los evangelios nos presentan un Jesús muy observador, muy atento a las cosas que pasan a su alrededor. El método de enseñanza de Jesús corresponde a su tiempo, a la sabiduría del antiguo Oriente, pero también es muy actual, siempre basado en la fuerza de las imágenes.

Las parábolas son un buen ejemplo de la gran capacidad de observación de Jesús: un pastor que ha perdido una oveja, una mujer que barre la casa, unos pescadores que limpian las redes, un sembrador que no mira fino a la hora de lanzar la semilla, un campo donde nacen mezclados tanto el trigo como la cizaña, una semilla pequeña que crece lentamente, masa de harina que fermenta para hacer el pan.

Cuando no existía la televisión ni la climatización de nuestras casas, los habitantes de nuestros pueblos y barrios salían con la silla en la calle o se sentaban al poyo para mirar a la gente como pasaba.

Me gusta mucho la escena en que Jesús describe unos niños que juegan en la plaza y no se ponen de acuerdo. Quieren imitar a los grandes, con la música de las flautas de las bodas o con las canciones de las lamentaciones de los enterramientos. Jesús lo vio, y le sirvió para hablar de nuestras indecisiones.

Pero la mirada más importante de Jesús es sobre las personas. Los evangelios nos describen muy bien el sentimiento en la mirada de Jesús. Al joven rico que el quería seguir pero se lo impidió su riqueza, dice el evangelio que lo miró << con afecto >>. Y cuántas veces dice que Jesús se miró la gente y << se compadeció >>. Como aquella mujer viuda que llevaba a enterrar a su hijo único.


 

Francesc Romeu, cura y periodista, en "La Hoja Parroquial", Diócesis Girona, 02/12/2018