UN EVENTO

 

El espíritu ejemplar que reinaba en Nazaret, la Iglesia quiere despertarlo hoy en todas las familias.

Un espíritu de amor. Un amor que mutuamente se acepta, se sostiene y se soporta, con todas las deficiencias y limitaciones. Educar y servir desinteresadamente exige mucho tiempo, energía y paciencia.

Un espíritu de fe. El espíritu de amor se basa en un profundo espíritu de fe y confianza. José tuvo una fe ciega en María, y al revés. Y los dos, fe en su hijo Jesús.

Un espíritu de sacrificio. Espíritu de amor auténtico y de fe llevan al espíritu de sacrificio.

Un espíritu de silencio y de escucha. Debería rebrotar en las familias el silencio y la escucha. Necesarios para la convivencia y para la experiencia de Dios.

 

Joan Güell, en "La Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 30/12/18