AUTÉNTICA FELICIDAD

 

Jesús, viendo aquella multitud, decidió comenzar una nueva fase de su misión, con un discurso totalmente desconcertante y apretado: las Bienaventuranzas.

No van dirigidas a unos héroes, sino a los que lo pasan mal. Y Jesús se quiere hacer presente antes que nadie. El Reino es para ellos porque que Dios está con ellos.

La bienaventuranza nace porque el hombre, toda persona, es pobre. Desconcertante y magnífico a la vez: Dios los elige como amigos y su misericordia desborda sobre ellos.

Todo arranca en el orar y tener una mirada sensible y limpia sobre el hombre. Dios se ha hecho pobre desde Belén hasta el Calvario.

Y la Iglesia debe ser pobre para poder cantar la felicidad, como Jesús, a un mundo que se cree rico, a pesar de ser muy pobre.


Joan Güell, en "La Hoja Parroquial", de la Diócesis de Girona, 17/02/19