El Evangelio de la Pascua de Pentecostés, Lucas lo asocia al texto de la creación (Génesis 2,7) para indicarnos que fue una nueva creación. De aquí que, gracias a la venida del Espíritu, la Iglesia deberá ponerse al servicio de la santidad de sus miembros y luchar contra el pecado y toda tristeza, y así disfrutaremos de aquella alegría que nadie nos puede tomar.
Hoy, por lo tanto, estamos llamados de nuevo a hacer que el corazón de la Iglesia siempre sea Pentecostés. Que nuestras parroquias sean abiertas y esperanzadas; sal y levadura que se mezcla con toda clase de gentes, orantes y comprometidas: parroquias atentas a la Palabra y los signos del tiempo; alegres y con sentido del humor, audaces y fervorosas.
En una ocasión, yendo a la iglesia, un buen amigo no creyente me dijo con socarronería: "Ya vas a abrir la multinacional?". Y le dije: "Para mí la Iglesia es mi Madre, y qué mejor que estar a su lado?.
Ramon Oller Hereu, en "La Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 09/06/2019