EL PUEBLO

 

El pueblo de Sant Martí d'Empúries está situado en la cima de un promontorio rocoso, tocando el mar, al noreste de las ruinas de la ciudad grecoromana d'Empúries. Esta colina era, antiguamente, una isla; fue el lugar escogido por los griegos foceos -alrededor del año 600 aC- para establecer la primera factoría, el primer núcleo d'Emporion (pág.1-2), que después fue llamado Palaiapolis o ciudad vieja. El promontorio rocoso de Sant Martí emerge hoy de las tierras aluviales que, llevadas por el rio Fluviá, cegaron el brazo de mar, la pequeña cala, que sirvió de puerto a los griegos. El islote estaba separado del litoral unos 200 metros. Las tierras ocupadas antes por las aguas, ahora campos de cultivo, son fácilmente identificables entre la loma de Sant Martí -la Paleápolis griega- y los acantilados de la antigua costa donde pronto va crecer la ciudad griega que los arqueólogos han llamado “Neápolis” o ciudad nueva.

El riachuelo d'Empúries o “Fluvià Vell” que desemboca a poca distancia, al norte de Sant Martí, hoy es un arroyuelo que sigue el antiguo curso del río Fluviá, que en la Edad Media, fue desviado hacia Sant Pere Pescador, donde desemboca actualmente.

La ciudad del condado carolingio d'Empúries es muy probable que se estableciera en la antigua Paleápolis, en el actual pueblo de Sant Martí. El primer conde, Ermenguer, fue nombrado por Carlomagno el año 812. En esta época la antigua ciudad viviría en un estado de franca decadencia, a pesar de que no era, ni mucho menos, deshabitada. Como que a la Empúries grecoromana le era más difícil defenderse, muchos de sus habitantes se trasladarían al promontorio de Sant Martí o bien a poniente de las colinas situadas al sudoeste de la ciudad, lugares escondidos del mar, donde algunas pequeñas iglesias altomedievales demuestran la existencia de barrios en esta época.

Sant Martí, colina rodeada por murallas de época helenística quizás entonces todavía  bien conservadas, debía ser un lugar relativamente protegido aunque se encontrara cerca del mar. En un documento del año 843, al mencionar su iglesia, se hace constar su situación intra muros Empurias civitate. La “ciudad” era, pues, en aquellos momentos, la antigua Paleápolis, la actual Sant Martí d'Empúries. Allí debería encontrarse la residencia condal. Todavía hoy los habitantes de la comarca -de l'Escala, Cinc-claus o del mismo lugar- cuando hablan d'Empúries se refieren, concretamente, al pueblo de Sant Martí. Uno  distingue, en todo caso, el “pueblo d'Empúries” (Sant Martí), de “las ruinas d'Empúries” (la ciudad griega y romana en excavación).

En el promontorio de la Paleápolis parece ser que ha habido una permanencia del poblado desde la antigüedad hasta nuestros días. Hoy día, Sant Martí dÈmpúries es un pueblo rural, en los últimos años invadido por el turismo, que casi no ha sobrepasado los límites del reducido recinto fortificado medieval. Las murallas se conservan en algunos tramos importantes y hay que suponer que siguen con más o menos exactitud el trazado de los muros de la época romana.

A pesar del posible saqueo de la población por los normandos, en la segunda mitad del siglo IX, y por los hungareses, en la primera mitad del siglo X -hechos no del todo seguros ni documentados- , parece ser que los condes no abandonaron Empúries, para trasladarse a Castelló d'Empúries, la nueva capital, hasta bien entrado el siglo XI. Muy probablemente, este hecho se produjo poco después del año 1078, fecha de la muerte del conde Ponç I. En esta época, Empúries debía haberse convertido ya en una aldea, pero aun  se le continua dando el título de ciudad, en recuerdo de su pretérita grandeza, en los documentos, hasta bien entrado el siglo XII. Con posterioridad, suele aparecer nombrada “vila i castell d'Empúries”.

Interesante es la noticia, según la cual, el conde Ponç Hug III (1230-1269) intentó dar un nuevo empuje demográfico a la prestigiosa ciudad, cuna de su condado. Con esta intención propuso un acuerdo al vizconde Jofre de Rocabertí. Si el vizconde se comprometía a residir en Empúries con su familia y su pequeña corte seis meses de cada año -desde Sant Martín (11/11) hasta mayo- le concedía el feudo de Fonolleres y otros derechos. Pero, no parece ser que este acuerdo llegase a hacerse efectivo.

En el año 1285 el almirante francés Guillermo de Lodeva (pág.17) incendió Empúries: castrum et villam d'Empúries.

En el siglo XV, durante la guerra contra Juan II, el castillo d'Empúries fue preso, el año 1467, por las fuerzas de la reina Juana Enríquez y su hijo Fernando. El 1468 se rendía a las tropas del duque de Lorena, después de una resistencia de más de quatro meses en la que la villa quedó muy destruída. Acabada la contienda, el rey Juan II dió el castillo d'Empúries a su defensor, el caballero Pere de Torroella, quien mandó componer las murallas.

En la segunda mitad del siglo XVI, Pere de Margarit casóse con Jerónima des Gallart, señora de los castillos de Sant Feliu de la Garriga, Empúries, Cinc-claus, Pelacalç y otros lugares de los alrededores que así pasaron a la familia Margarit. Seguramente este castillo fue saqueado el año 1640 por las tropas castellanas de Felipe IV, como todos los lugares que poseía Josep de Margarit y de Biure, jefe de las fuerzas de la Diputación General.

El año 1675, después de ser presa por las tropas del general Schomberg, la villa, prácticamente destruida, fue librada al saqueo.

A partir de estos hechos, la villa de Sant Martí d'Empúries comienza a recuperarse de los efectos devastadores e inicia importantes y progresivoss cambios urbanísticos. Se prefigura el entramado actual, con la edificación de casas y la distribución en calles y plazas.

En el núcleo habitado destacan, aún, algunas casas del siglo XVI, con dinteles datados y con inscripciones diversas. Las construcciones posteriores a los asedios son sencillas y populares, pero tienen una categoría indudable. Se construyeron con material -pedra calcárea- que, en buena parte, procedía de edificios de la antigüedad.

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