OLER A DIOS

 

A un hombre de Dios le preguntaron qué consistía eso de "vivir la fe y ser testigo". Él, sin pensarlo dos veces, contestó: "Consiste en oler a Dios". Viendo la extrañeza que causó su respuesta, la aclaró mejor contando esta historia:

"Un día Dios llamó a tres personas y les regaló a cada una un pequeño frasco que contenía el perfume de la Vida plena y abundante.

La primera, abrumada por un regalo del mismo Dios, fue corriendo a buscar una cadenita de oro para colgar el pequeño frasco de su cuello. Esto le recordaría a Dios y el tendría siempre presente.
La segunda persona persona marchó deprisa hacia su casa, derramó el perfume en un recipiente y comenzó a analizar su composición química hasta obtener la fórmula. La aprendió de memoria e hizo que los demás también se la aprendieran porque supieran en qué consistía el perfume de la Vida plena y abundante.

En cambio, la tercera persona abrió el pequeño frasco, vació el perfume sobre su cabeza y se marchó a perfumar el mundo ".

Terminada la historia, les preguntó: "¿Quién de los tres dejó de oler como hombre para oler a Dios?". Los que le escuchaban contestaron evidentemente que el tercero. Y él añadió: "Pues en eso consiste vivir la fe y ser testigo: oler a Dios".

 

(Cuento extraído del suplemento de la hoja parroquial, n.181, de las parroquias de Jafre-Colomés)