DOS OREJAS Y UNA SOLA BOCA

 

La naturaleza, que es muy sabia, ha dotado a los humanos de una sola boca y dos orejas. En realidad quién es más sabio y más santo que la naturaleza es el Señor que la ha creado. Esta diferencia numérica entre el órgano del oído y el de la dicción, la podemos interpretar como una advertencia referente a la convivencia de ser más prudente en el hablar y más atento en el escuchar.

Muchas veces nos podemos tener que arrepentirse de haber hablado demasiado, o de haber dicho lo que no era conveniente. En cambio escuchando con atención tendremos ocasión de aprender muchas cosas interesantes. Necesitamos escuchar atentamente todo lo que nos pueda venir de arriba, o por boca de aquellos que tienen más experiencia o que ejercen un magisterio.

Es importante saber medir lo que se dice y saber callar cuando conviene. También es bueno dedicar ratos en silencio. No para evadirse, ni por indiferencia, sino para poder escuchar, en este caso no con los oídos, sino con la mente, el mensaje que nos pueda llegar. El silencio puede ser una forma de oración. Siempre será más importante lo que el Señor nos pueda decir que lo que decimos nosotros. Él sabe muy bien lo que nos conviene, y es Él quien nos lo puede dar. "Di Señor, que tu siervo escucha".

Hay que poner toda la atención a lo que podemos escuchar y mucha prudencia en lo que decimos.

Enric Mirambell, en "El suplemento Carlos / Mercadal" de la "Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 07/07/2019.