3 de marzo de 2009, a las 8,30 de la mañana
Excursión de todo el día, en autocar. Recogidos los participantes, en los puntos de costumbre, tomamos la autopista en Orriols dirección Francia. Parece que el tiempo no será del todo bueno. Amenaza lluvia. En la Junquera, antes de cruzar la frontera, paramos con el fin de tomar algo e ir a los servicios. Aquí el tiempo cambia, sopla un viento fuerte.
Nos internamos por tierras de la Catalunya norte, pasando cerca de Perpinyà y de Sigean. Una escultura, cercana a la vía de circulación, simboliza el límite catalán. Estamos pues en tierra francesa. Antes de ir a la ciudad de destino hacemos un corto paseo por Narbona sin movernos del autocar. Luego continuamos el camino dirección Carcasona.
La primera vista de la ciudad amurallada, mientras nos acercamos, es asombrosa. Aparcamos. El sol está radiante.
Debido a que los franceses comen más temprano, nos dirigimos al restaurante, mientras paseamos y miramos los escaparates, cerrados por la hora. El entorno que nos acerca a “La Marquière” es todo típico medieval. El restaurante dispone de varios comedores, todos reducidos, motivo por el cual tenemos que estar bastante separados.
La tarde será muy completa. Comenzamos visitando las murallas exteriores de la parte norte. Desde aquí contemplamos la población moderna. La “cité” amurallada resulta toda ella fascinante. Según explican se ha hecho una restauración ejemplar.
La puerta de la muralla interior, llamada “barbacana”, da acceso a un patio y a un puente móvil. Desde aquí vemos las galerías de madera, llamadas “cadafal”, desde donde se protegía con tiro vertical la entrada principal de la ciudad baja, conocida como “bastida San Luis”; este sistema de defensa fue substituido, más tarde, por los matacanes de piedra, resistentes al fuego. Esta puerta de entrada a la ciudad estaba fuertemente protegida con dos rastrillos o rejas verticales para cerrar el paso; el agujero, por donde bajaban los rastrillos, servía al mismo tiempo de matacán. Disponía, también, de aspilleras en las torres, a banda y banda, para disparar con el arco y la ballesta.
Desde el gran patio interior admiramos “la torre del homenaje” de los vizcondes de Trencavel. El primer castillo de los Trencavel data del siglo XII, en el que se han realizado reformas varias. Pasamos, a continuación, al patio del “mediodía” en el cual se puede evaluar la gran sala de los senescales del rey de Francia, añadidura realizada durante el siglo XIII o XIV. En la base se ve marcado el emplazamiento de la capilla del castillo, del siglo XII, dedicada a la Virgen.
Seguimos el recorrido por torres y murallas, con desniveles importantes, subiendo y bajando escaleras; una de las torres, cuadrada, es nombrada “torre del obispo”. Casi al final se nos presenta a la vista un gran anfiteatro moderno, aprovechando el emplazamiento del antiguo, donde se celebran conciertos y espectáculos en verano.
Y, para terminar, visitamos la Basílica de san Nazario y san Celso, de estilo gótico, que fue catedral de Carcasona hasta 1801. El exterior presenta un magnífico complejo formado por arcos, rosetones, ventanales y unas gárgolas peculiares. El interior es realmente maravilloso: tiene una gran nave central, muy esbelta, y dos de laterales, más pequeñas; el altar mayor con cinco ventanales acristalados preciosos que le rodean; unos rosetones laterales acristalados espléndidos. Los ventanales acristalados, todos, contienen temas bíblicos y rurales, de gran trascendencia, muy significativos y bien manufacturados. Un conjunto arquitectónico digno de ser visitado.
Como que el tiempo corre, hacemos un último paseo por la “cité”. Alguna tienda se llena para comprar productos de la zona, tomamos algo y bebemos. Y nos vamos hacia el autocar.
Todos ocupando nuestros asientos, comenzamos la ruta de retorno a casa. Estamos algo cansados pero todavía quedan fuerzas para tararear algunas canciones durante el trayecto. Llegamos a l'Escala ya de noche. Hemos tenido un buen día, sin abrir el paraguas.
Nos despedimos. ¡Hasta la próxima!