ESCUCHAR Y HABLAR

  

Podemos vivir encerrados en nuestras certezas o incertidumbres. Nos cuesta escuchar con atención y con interés lo que nos pueda venir de los que no piensan como nosotros. Nos podemos hacer el suerte a solicitudes, a necesidades, a clamores, que podrían perturbar nuestros posicionamientos y nuestras situaciones.

La persona o el grupo cerrado, replegado sobre si mismo, por los motivos que sean, se empobrece desde el punto de vista cultural, social y espiritual.

"Ábrete". Nos escucharemos y nos hablaremos unos a otros, entablando diálogo. Se seguirá una comprensión profundamente mutua. No te cierres al pobre que te necesita. No te encierres en tu bienestar, ni en tu pequeño mundo.

De corazón corazón, abrámonos a la Palabra de Dios, que abre pistas de avanzada y a horizontes nuevos.

 

Pere Domènech Feixas, en "La Hoja Parroquial", Diócesis de Girona, 09/09/2018