Salvad la nobleza de esta tierra,
encrucijada de caminos;
libradnos, caballero victorioso,
de la violencia de las palabras,
de los corazones apagados y de las armas encendidas.
Injertadnos en la lucha de Cristo
contra el dragón de la hipocresía.
Salvad el espíritu de acogida, secular en casa,
y arrancad los brotes de racismo
que germinan en nuestras comarcas.
Libradnos de los patriotismos cortos de horizonte
y de los nacionalismos excluyentes.
Que la juventud sepa ganarse el país
sembrando hondo en tierra yerma
el grano de la esperanza,
semilla de la comunidad viviente,
germen de un futuro sereno.
Amén.
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Por San Jordi nuestra tierra se viste de libros y de rosas. La advocación del santo caballero es uno de los signos de identidad de Catalunya, fiel a nuestras raíces cristianas, aunque la presión comercial trate de ahogarlo.
De las diversas plegarias enderezadas al Patrón, hemos escogido esta que, a pesar de ser reculada en el tiempo, mantiene su vigencia.