EL BAUTISMO: RAUDAL DE VIDA

 

“Id, bautizad todos los pueblos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,19).

 

Dios nos ama. Qiuere vivir entre nosotros.

Nos ha enviado a su Hijo, Jesús. Bautizarse es como zambullirse en Jesús,

que es como decir lanzarse al agua de la lucha y el coraje.

“Yo estoy con vosotros día tras día hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20).

 

Nos comunica su vida de resucitado y nos da su espíritu

Los sacramentos, gestos de Cristo a través de los gestos de hombres y mujeres, son dones particulares ofrecidos a aquellos que lo desean. Estos dones nos introducen y nos situan en la vida de Dios, vida a la cual somos llamados para siempre. Estos dones, los sacramentos, serán actuantes y eficaces, si el Espíritu Santo y la fe de la Iglesia se encuentran con la respuesta positiva de nuestra fe.

 

El sacramento del Bautismo

Antiguamente el sacramento del bautismo se hacía por una triple “inmersión”. Esta costumbre la practican todavía los cristianos de Oriente. La inmersión en el agua bautismal es el signo de la inmersión en la vida nueva.

Hoy día, en nuestros paises, por diversas razones se ha modificado este símbolo. El sacerdote vierte tres veces agua sobre la cabeza de la persona que es presentada o que pide el bautismo. Al mismo tiempo que hace este gesto, el celebrante dice: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

 

Este gesto y estas palabras son el núcleo central, el corazón del sacramento, el signo principal de la apertura al don de Dios.